lunes, 14 de noviembre de 2011

Tolstoi: Ana Karenina







            Tolstoi, quizá el más europede los grandes novelistas rusos, pertenece a esa corriente de finales del S. XIX en la que las clases altas, a las que el mismo Tolstoi pertenecía, dejaban paso al ideal ruso del campesino.

            Liev Nikolaievich Tolstoi nació en 1828. Hijo del Conde Nikolai Ilich Tolstoi y la Princesa Maria Nikolaievna Volkonski, demostró, ya desde temprana edad, una sensibilidad superior y un espíritu crítico algo fuera de lo común.
En 1862 contrajo matrimonio con Sonia Andréievna Bers, que tuvo una influencia decisiva en la obra del novelista. Junto a ella escribiría las dos obras principales, Guerra y Paz (1869) y Anna Karenina (1877). Se dice incluso que fue Sonia la verdadera autora de las novelas.

           Es Anna Karenina su obra más ambiciosa y de mayor trascendencia, una novela que describe con enorme agudeza la sociedad rusa de la época y que plantea una feroz crítica hacia la aristocracia en declive, su falta de valores y la cruel hipocresía imperante. La culpa, la redención, la búsqueda del bien y la caída en el pecado, el rechazo social y sus consecuencias….Todos estos temas aparecen magistralmente engarzados en la novela.


"Los Karenin, marido y mujer, seguían viviendo en la misma casa y se veían a diario; pero eran completamente extraños entre si. Alexis Alejandrovich se impuso la norma de ver diariamente a su esposa para evitar que los criados adivinasen lo que sucedía, aunque procuraba no comer en casa.
Vronsky no visitaba nunca a los Karenin, pero Ana le veía fuera y su esposo lo sabía.
La situación era penosa para los tres y ninguno la habría soportado un sólo día de no esperar que cambiase, como si se tratara de una dificultad pasajera y amarga que había de disiparse sin tardar.
Karenin confiaba en que aquella pasión pasaría, como pasa todo, que todos habían de olvidarse de ella y que su nombre continuaría sin mancha.
Ana, de quien dependía principalmente aquella situación y a quien le resultaba más penosa que a nadie, la toleraba porque no sólo esperaba, sino que creía firmemente que iba a tener un pronto desenlace y a quedar clara. No sabía cómo iba a producirse tal desenlace, pero estaba absolutamente convencida de que ocurriría sin tardar.
Vronsky, involuntariamente sometido a Ana confiaba también en una intervención exterior que había de zanjar todas las dificultades" .

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