miércoles, 2 de noviembre de 2011

El Nobel de Literatura para Tomas Transtömer

"Un poema no es otra cosa que un sueño en la vigilia"
Un poeta con leguaje cotidiano, el sueco Tomas Tranströmer (Estocolmo, 1931), es el ganador del Premio Nobel de Literatura 2011.
La obra de Tranströmer –ha destacado la Academia- nos da “a través de sus imágenes condensadas y traslúcidas, un acceso fresco a la realidad”.
Además de poeta, Tranströmer es psicólogo y se ha dedicado a la rehabilitación de delincuentes juveniles.
La obra de un hombre interesado por la música y la naturaleza
Su trayectoria poética comenzó en 1954, cuando, después de publicar poemas en diferentes revistas, salió a la luz su primer libro, 17 poemas, en el que se notaba su interés por la naturaleza y la música "que caracteriza una gran parte de su producción", según el comunicado de la Academia sueca. Sus siguientes poemarios Hemligheter pa vägen (Secretos en el camino, 1958), Den halvfärdiga himlen (El cielo a medio hacer, 1962 y traducida al castellano en 2010) y Klanger och spar (Tañidos y Huellas, 1966) le confirmaron como "uno de los principales poetas de su generación".
En 1974 escribió Östersjöar (Bálticos), que recoge fragmentos de una historia familiar de Runmarö, una isla del archipiélago de Estocolmo donde su abuelo materno trabajaba como práctico del puerto y donde Tranströmer pasó muchos veranos de niño. Otros recuerdos de su infancia y juventud aparecen en su libro de memorias Minnena ser mig (Poemas selectos y Visión de la Memoria, 1993, traducido al castellano en 2009).



Allegro
Toco Haydn después de un día negro
y siento un sencillo calor en las manos.
Las teclas quieren. Golpean suaves martillos.
El tono es verde, vivaz y calmo.
El tono dice que hay libertad
y que alguien no paga impuesto al César.
Meto las manos en mis bolsillos Haydn
y finjo ser alguien que ve tranquilamente el mundo.
Izo la bandera Haydn -significa.
"No nos rendimos. Pero queremos paz".
La música es una casa de cristal en la ladera donde vuelan las piedras, donde las piedras ruedan.
Y ruedan las piedras y la atraviesan
pero cada ventana queda intacta.

Del libro El cielo a medio hacer (1962), incluido en la antología Deshielo a mediodía (Editorial Nórdica). Traducción de Roberto Mascaró.

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